¡Hola pueblo jabonero! Esta mañana veraniega de octubre
me he levantado con tantas ganas de jabonear y tan poco tiempo para hacer este jabón
que he terminado realizándolo a las dos de la madrugada. El motivo mucha creatividad desordenada. Una ebullición de ideas que no sabe
organizarse para que la mejor sea la primera y no gastar tanto tiempo en testar
todas. ¿Qué fácil sería entonces crear verdad? Pero yo siempre por el camino más
difícil, ese que te da mucho gusto cuando llegas al final porque te has atrevido
a mejorar, a ser valiente y a no tener miedo a experimentar.
Este jaboncillo tan sencillo pero tan
profundo es una obra de arte de mi pequeña ingeniería. La idea no ha sido
simple tenía que encontrar como hacer unas montañas y un cielo celeste, al
principio era una luna pero luego me convencí en que fuera una montaña. La
montaña representa el esfuerzo que hacemos al transitar por la vida, las capas
azules cada vez más brillantes y claras, representan la claridad mental que
vamos adquiriendo a medida que nuestra
experiencia nos va forjando el carácter.
¡Qué manera de filosofar! Pero es mi estimada realidad. Cada día veo más claro, aun no sé si me gusta todo lo que veo, pero día a día tengo más claro que no hay vida sin movimiento y que si tengo que
estar aquí siempre será mirando hacia delante.
Ingredientes: Glicerina vegetal base coco, incrustaciones
de jabón saponificado de oliva. Aroma de lilas y aceite esencial de eucalipto.
Propiedades del jabón de Glicerina: este producto se caracteriza
por cerrar las glándulas sebáceas es por eso que es indicado para pieles
grasas. Es un jabón neutro que no es abrasivo con la piel a diferencia de los
jabones industrializados es recomendado también para pieles delicadas.
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